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Brasil y una selección lejana de su gente en la Copa América

Aunque el equipo va con puntaje perfecto en en el grupo B, los aficionados no está muy interesados en el fútbol y en un torneo que, para la mayoría, no se debió hacer.

A Brasil siempre se le ha pedido buen fútbol y un respeto por el balón que se interprete a través de muestras de calidad y, además, resultados positivos. Que sea una selección que cautive, que genere empatía y sentimientos en un país en el que la pelota misma deriva en una posición total en cuanto a las emociones.

Sin embargo, ahora se le exige que tome partido por la situación que se vive en una nación que hace dos días superó el medio millón de personas muertas por COVID-19.

Y por eso que el equipo de Tite lleve dos goleadas (3-0 contra Venezuela y 4-0 frente a Perú) es lo de menos. Incluso, hay quienes reclaman por la postura tan endeble que tomó el grupo cuando se enteró de que serían los anfitriones de la Copa América. Y eso ha hecho que la seleção no sea un asunto de todos como antes, como siempre lo ha sido.

De hecho, parece que el sopor de la indiferencia ha tocado a varios. “No perdonan lo que está pasando. Claro, hablar de todos los brasileños sería un error. Pero sí la gran mayoría. Y los más grandes recuerdan al equipo de 1982, que en realidad no ganó nada, pero hizo tanto por un país tan necesitado”.

Las palabras son de Luiz Castro, periodista local, que sigue el torneo por televisión desde São Paulo, aunque tuvo la posibilidad de estar cerca del equipo de mayores.

A lo que Castro se refiere es al conjunto que comandó Sócrates, a jugadores reunidos hasta altas horas de la noche debatiendo -y tomando- sobre la postura adecuada frente a la ausencia de la democracia, a las caras de antes que no se ven reflejadas en el ahora, a cuando empezó a tomar sentido todo.

El símbolo de la rebeldía de quienes no solo le pegaban a la pelota, sino al ego de una dictadura militar que veía en sus futbolistas unos enemigos de cuidado, queda en la memoria. Y en estos instantes no hay quién muestre ese tipo de liderazgo.

“Si bien no era sencillo, debieron ser más fuertes en el no inicial para que esta Copa no tuviera lugar”, resalta Castro con relación a Neymar y compañía, al mensaje de Casemiro que luego de unas horas cambió de manera radical.

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“Es triste ver cómo las instituciones que rigen este deporte tienen un control absoluto en los comportamientos. Y estamos hablando de futbolistas de talla mundial que al final no aguantaron la corriente y se dejaron llevar”.