Cuando cruces las aguas,
yo estaré contigo;
cuando cruces los ríos,
no te cubrirán sus aguas;
cuando camines por el fuego,
no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
– Isaías 43:2
Hay momentos en los que tenemos la sensación de que Dios está distante, insensible a nuestra condición. Mas cuando nos volcamos a buscar en la Biblia vemos que el Señor está cerca de los que le invocan ¡Nunca estamos solos! En realidad, es el miedo lo que nos impide percibir que Dios está siempre a nuestro lado. En esas situaciones debemos volver nuestros ojos a Dios y no enfocarnos en las adversidades. Jesús es nuestro norte, nuestro GPS. Con él nunca estaremos desorientados al cruzar las aguas.
El pueblo de Israel pasó por adversidades en el desierto – todas fueron superadas – y no se dieron cuenta de que Dios no les desamparó en ningún momento. Para llegar a la Tierra Prometida era necesario pasar por el desierto. El pueblo tardó 40 años en atravesarlo debido a las murmuraciones y a las malas decisiones.
Contrario a la actitud del pueblo de Israel, Jesús pasó 40 días en ayuno siendo probado en el desierto y superó la prueba. Como Jesús, nosotros también pasaremos por desiertos y tenemos que prepararnos para esos días. No hay cómo atravesar un desierto sin reflexionar sobre lo que sucedió. La adversidad no es una situación perpetua, las pruebas son necesarias para nuestro crecimiento espiritual.
No entres en el desierto sin prepararte:
- Proponte el buen hábito de leer la Palabra de Dios. Ella es una luz delante en los momentos oscuros y te indicará el camino.
- Recuerda que la adversidad es momentánea. Busca el Espíritu Santo. Él nos conforta, nos instruye y nos da las condiciones para que podamos superar esos momentos.
- Cuando parezca ser insoportable clama a Dios. ¡Busca de él! Él es un Dios presente y jamás desampara a sus hijos.