Si honramos y respetamos a nuestros padres, Dios promete que nos irá bien y tendremos una vida larga. Sin embargo, hoy en día es común ver la separación en los hogares, lo que aleja a los hijos de sus padres, y a los padres de sus hijos. Satanás sabe que cuando los hijos no aprecian ni respetan a sus padres, están abriendo puertas para que les vaya mal y su vida sea más corta. A veces, debido a las heridas causadas por los padres, los hijos se alejan, pero la falta de honra también trae deshonra.
Además de honrar a nuestros padres, debemos honrar a todas las autoridades que Dios ha puesto en nuestras vidas, como gobernantes, jefes y maestros, incluso aquellos difíciles de soportar. La Biblia nos instruye a no maldecir a las autoridades, sino a respetarlas y apreciarlas. De igual manera, debemos honrar a las autoridades espirituales, como los pastores, que cuidan de nuestras almas y tienen una labor muy difícil.
Finalmente, nuestra mayor honra debe ser hacia Dios, quien es la fuente de todas nuestras bendiciones. No se trata de un juicio sobre el tipo de Dios que tenemos, sino de reconocerlo y respetarlo como nuestro Creador y Padre. Honrar a Dios implica honrar a Jesús, nuestro Salvador, como Él merece, ya que Él es la fuente de nuestra vida y bendición.
