Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
– Romanos 8:14
Imagina un automóvil controlado por alguien inhabilitado o por una persona con condiciones psicológicas comprometidas debido al uso del alcohol o las drogas… No es difícil prever las posibles consecuencias desastrosas para ese vehículo hipotético y para todos los que se encuentren en su camino. De la misma forma hay muchos que andan dirigiendo sus propias vidas causándose a sí mismos y a los que les rodean terribles «accidentes». ¿Por qué sucede esto?
Esto es porque, infelizmente, lejos de Dios no somos capaces de guiar nuestras propias vidas. Necesitamos ser guiados por el Espíritu de Dios para que podamos ser sus hijos y comportarnos como tal. De no ser él, pondremos a otro ídolo en el control, sea a nosotros mismos, el dinero, el poder, a otra persona, los vicios, alguna falsa creencia, etc. Siempre habrá un conductor dando dirección a nuestras vidas. Basta saber si será el Creador o algo creado… Solamente Dios, nuestro Padre, tiene la capacidad para guiarnos y conducirnos a un buen término.
¿Quién guía y dirige tu vida?
- Haz un análisis y reconoce quién está realmente en el control de tu vida.
- Observa bien los caminos por los que has andado, esto te podrá indicar quien está guiando tu vida.
- Ora y pide a Dios que sea tu Padre y que te guíe a través del Espíritu Santo diariamente.
- Deja que Jesús esté totalmente en el control de tu vida. ¡No vale si tomas tú el control de vez en cuando!
- La Biblia es tu GPS, busca conocerla mejor cada día. En ella encontrarás las coordenadas necesarias para hacer la voluntad del Padre celestial.
- ¡Comparte con otros sobre tu fe en Jesús! Habla de la alegría de ser guiado por el Guía fiel y protector.