«Imagínese vivir 12 años en una guerra, con ataques y bombardeos diarios», dice Francisco Otero y Villar, coordinador general de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Siria.
«Y ahora llega este terremoto devastador».
Se estima que más de 33.000 personas han muerto por los terremotos que sacudieron el pasado lunes el sur de Turquía y el norte de Siria. En este último país ya hay más de 3.500 fallecidos.
Naciones Unidas estiman que 10,9 millones de sirios en varias provincias noroccidentales se han visto afectados.
Antes de los terremotos, Siria ya era el país con el mayor número de desplazados en el mundo.
15 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria han dejado años de guerra civil.
Partes del noroeste del país están controladas por facciones rivales.
Después de los sismos, la ayuda de países como Irán, Irak, Jordania y Venezuela, entre otros, había llegado a las áreas controladas por el gobierno.
El viernes, Damasco dio permiso para que se envíe ayuda internacional a las víctimas del terremoto en las zonas controladas por los rebeldes, según informaron medios estatales.
Actualmente solo hay un cruce de carretera desde Turquía a Siria, por el que han pasado dos convoyes de la ONU.
A continuación puedes leer la entrevista con Otero y Villar, quien se encuentra en Amán, Jordania.
12 años en guerra y ahora dos terremotos devastadores en el norte del país ¿cómo describen la situación los trabajadores de MSF que se encuentran en Siria?
La situación es dramática, muy complicada. Tras 12 años de guerra, la población dentro de Siria estaba ya en una situación muy vulnerable. Además, vino la pandemia de covid, que afectó también muchísimo a la población y las estructuras de salud.
Después de salir de la pandemia, nos entró una epidemia de cólera que todavía estábamos tratando estas últimas semanas. Nuestros centros de tratamiento de cólera siguen abiertos y después nos llega este terremoto devastador.
El nivel de destrucción dentro de Siria también es muy grande. Ciudades enteras, barrios enteros se han venido abajo, cientos de casas están colapsadas, lo que lleva a miles de personas a estar en la calle.
Ahora, por este terrible terremoto, vemos un desplazamiento más, que se suma a los repetitivos que han habido por la guerra.
La ayuda humanitaria está tardando mucho, todavía hay gente por la calle que no sabe a dónde ir, algunos duermen en sus vehículos.
La situación climatológica es mala. Antes del terremoto estaba nevando, el día del terremoto estaba lloviendo.
Desde la misma noche del terremoto, cuando nos informaron nuestros colegas, que trabajaron enseguida pese al miedo y terror que vivían, hicimos las primeras evaluaciones.
Nuestra primera prioridad fue asegurarnos de que los hospitales tengan suficiente material médico, quirúrgico, medicamentos para tratar a estas miles y miles de personas que están heridas por el terremoto.
Desde las primeras horas, hemos estado apoyando a más de 30 hospitales, maternidades, centros de salud con todo lo necesario para tratar politraumatismos.
Nuestra segunda prioridad es asegurarnos de apoyar también a toda esa gente que está desplazada, estamos yendo a diferentes lugares, distribuyendo kits que contienen colchones, mantas, material de cocina, ropa.
La ayuda humanitaria está tardando, deberíamos ir mucho más rápido en la instalación de campos, tiendas, para esas nuevas personas desplazadas.
Lo que hay dentro de Siria no va a ser suficiente para cubrir todas esas necesidades.
Es muy importante que se abran puestos fronterizos, que se pueda entrar ayuda humanitaria masiva. La respuesta a este terremoto tiene que ser masiva.
La guerra ha generado una situación muy complicada, con estructuras de salud que no funcionan. Las necesidades que había antes del terremoto eran muy grandes.
Hay gente que está viviendo en campos de desplazados desde hace 12 años, en condiciones de insalubridad, con escaso acceso al agua.
La situación en esos campos, que ya era complicada, se agravará más porque vamos a tener a miles de personas que se quedaron sin casa, que van a tener seguramente que unirse a las que están allí.
La situación psicológica de la gente es dramática. Imagínese vivir 12 años en una guerra sin ninguna perspectiva de futuro, de paz, de futuro económico, de estudios para sus niños, de trabajo.
Vivir en la inseguridad, pues en cualquier momento puede haber un ataque, un bombardeo, a pesar de los acuerdos de paz. Eso es una cosa que es recurrente, todos los días hay bombardeos y ataques por ambas partes del conflicto y la gente vive en esa incertidumbre que es terrible.
En MSF estamos intentando también apoyar los aspectos de salud mental en relación al conflicto y ahora aún más, hay que apoyarlos por esta tragedia que están viviendo.
Después de varios días de ocurrido el terremoto, se dice que todavía hay gente en la calle que no sabe a dónde ir.
Así es y debido al número tan importante de réplicas que está habiendo, más de 300 -creo- en estas últimas 24-48 horas, algunas de las cuales son bastante fuertes, personas cuyas casas no se han caído no quieren volver a ellas.
Prefieren quedarse fuera y van a lugares donde se han puesto tiendas de campaña porque les aterroriza que todavía se puedan caer las estructuras.
Algunas estructuras de salud, que ya eran escasas tras tantos años de guerra, quedaron afectadas por el terremoto.
Por ejemplo, una de las maternidades en la que trabajamos la tuvimos que evacuar el mismo día del terremoto.
Tuvimos que sacar a las mamás, a los bebés, a los bebés dentro de las incubadoras para llevarlos a otros sitios y esa maternidad sigue sin funcionar.
Felizmente, otra maternidad, también afectada, la logramos instalar en otro lugar y está funcionando.
Hay que dar una respuesta urgente a este terremoto y a los miles de heridos.
En los hospitales que MSF está apoyando, hemos tratado casi 4.000 heridos, quienes necesitarán tratamiento médico que se va a prolongar en el tiempo.
Pero también tenemos que asegurarnos de que el sistema de salud también siga funcionando para quienes no han sido afectados por el terremoto, pero que necesitan atención médica regular.
Hemos estado respondiendo con los stocks que tenemos dentro del país, que tenemos previstos para este tipo de catástrofes, pero son escasos y van a durar unas semanas.
Tenemos que asegurar que todas las organizaciones que trabajan en el noroeste de Siria puedan entrar la ayuda humanitaria necesaria para poder responder a esta crisis y a la crisis crónica en relación al conflicto.
Parte del área sacudida por los terremotos está bajo control de la oposición y otra del gobierno.¿Qué dificultad le añade la guerra a la respuesta humanitaria que ustedes están tratando de dar?
MSF solo trabaja en las zonas controladas por la oposición.
Infelizmente, a pesar de haber hecho muchísimos pedidos al gobierno de Bashar al Asad para trabajar en las zonas que controla su régimen, todavía no hemos tenido la autorización.
La ayuda humanitaria para el noroeste de Siria está controlada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
En enero, se votó en el Consejo de Seguridad, la extensión de la resolución para la entrada de ayuda humanitaria por el norte de Siria, en la frontera con Turquía, que es la parte más afectada por el terremoto.
Para toda la ayuda humanitaria hay un puesto fronterizo único, el de Bab al-Hawa.
Consideramos que es insuficiente, tendría que haber más puertas de entrada y aún más ahora con la ayuda humanitaria masiva que se requiere para dar respuesta al terremoto y a las necesidades por la guerra.
Sería indispensable, prioritario que se abriesen más puertas de entrada para canalizar esa ayuda.
¿Qué pasó (con ese cruce) desde el lunes, que fue el terremoto, hasta ayer?
No estaba funcionando, era muy difícil, no se podía entrar ayuda humanitaria a gran escala.
Ayer (jueves) entró el primer convoy de ayuda humanitaria de la ONU, pero no es suficiente.
Es una situación desgarradora para la población que ha sufrido las pérdidas de seres queridos y de sus casas, pero también para los trabajadores de MSF que llevan años en esa zona y que son sirios. ¿Cómo están ellos?
Nuestras operaciones dentro de Siria las manejamos a través de nuestro personal sirio.
Nosotros, los expatriados, estamos gestionando todo desde Jordania, Turquía o Líbano, nuestros empleados, dentro de Siria, son la fuerza, pero están muy afectados.
Durante las primeras horas que siguieron al terremoto, estaban traumatizados, en pánico, y aún así encontraron fuerzas para hacer las evaluaciones de lo que se necesitaba.
No solo era su estrés, sino también el de sus familias. Muchos han perdido parientes, seres queridos.
El impacto psicológico es muy fuerte y por eso tenemos un departamento de apoyo psicológico.
Pero, a pesar del sufrimiento de ellos y de sus familias, también están orgullosos de su labor porque estamos viendo resultados, todos los días estamos entregando medicamentos, kits médicos, kits quirúrgicos para que se pueda atender a los pacientes nuevos y para seguir tratando a los que ya estaban ingresados.
Y vemos un impacto, cuanto más podemos apoyar, más baja la mortalidad de esos heridos.
¿Hay todavía esperanza de encontrar sobrevivientes debajo de los escombros?
Las horas justo después de los de los terremotos son cruciales. Cuanto más rápido se hacen los rescates, más probabilidades hay de sacar a la gente con vida de debajo de los escombros.
Los equipos de rescate dentro de Siria son muy escasos en comparación a lo que se está haciendo en Turquía.
La maquinaria no es suficiente, los equipos de rescate no son suficientes, la gente estaba escarbando, levantando piedras, hormigón, con las manos para poder sacar a la gente que todavía podía estar atrapada debajo de los escombros de sus casas o de los edificios que se han caído y, por supuesto, no es suficiente.
Se habla de unas 1.500 personas desaparecidas.
Cuantos más días pasan, con bajas temperaturas, la lluvia, la deshidratación, infelizmente disminuye mucho la probabilidad de encontrar gente con vida.
En medio de esta situación tan dolorosa, siempre surgen noticias que nos alegran, como encontrar con vida a alguien, reencuentros entre seres queridos. En estos cinco días, nos puede contar algo que los haya emocionado estando en el terreno.
Sí, el otro día nuestros equipos estaban en un lugar donde se produjo un rescate.
Era en una casa que quedaba cerca de un centro de salud donde llevamos medicamentos y material quirúrgico.
Encontraron a una mamá que, desgraciadamente, había muerto, la sacaron, pero justo después hallaron a un niño pequeño entre los escombros, rápidamente lo metieron en la ambulancia y cuando se estaban marchando, encontraron a su hermano.
Llamaron a la ambulancia de vuelta, lo recogieron y volvió a pasar, cuando la ambulancia ya se iba, pudieron sacar al tercer hermano que también estaba debajo de los escombros.
Es desgarrador, la mamá falleció, pero se pudieron rescatar a tres niños.
¿Qué se puede hacer para que llegue más ayuda y más rápido?
Poner a Siria en el foco de la comunidad internacional, darle muchísima atención. Es un conflicto antiguo, pero en este momento crítico, todo el mundo, Naciones Unidas, los gobiernos, tienen que empujar para que las organizaciones que estamos trabajando dentro del país tengamos los medios necesarios para apoyar a los sirios.
En MSF estamos pidiendo que se deje entrar la ayuda humanitaria, que podamos aliviar el tremendo sufrimiento de la población siria.
El drama en Alepo
La ciudad de Alepo, devastada por la guerra, es uno de los lugares más afectados por el terremoto.
MSF no tiene trabajadores allí porque está bajo control del gobierno.
«Esperamos que nos den la autorización para poder apoyarlos porque las necesidades son enormes», indica Otero y Villar.
Un equipo de la BBC se encuentra en la ciudad, donde se estima que más de 400 personas han muerto.
«Estamos viajando por las áreas afectadas por el terremoto con el permiso del gobierno sirio», informó el periodista Assaf Abboud.
«Vimos decenas de camiones y vehículos que transportaban ayuda humanitaria y médica».
«Al ingresar a la ciudad de Alepo, es posible que uno no se dé cuenta de que un terremoto ha golpeado la ciudad porque los edificios nuevos en la entrada no parecen dañados».
«Pero a medida que nos adentrábamos, era difícil distinguir entre lo que fue causado por la guerra civil de más de una década y lo que fue causado por el terremoto».
«El ruido de las excavadoras que levantan escombros de los edificios resuena por toda la ciudad».
El padre Tony O’Riordan, de la organización Servicio Jesuita a Refugiados, le dijo a un progama de la BBC que edificios nuevos se han derrumbado debido al terremoto y otros se han vuelto inseguros «desplazando a la gente por toda la ciudad».
Señaló que antes del terremoto un compañero de trabajo había descrito la situación en Alepo como un «infierno«.
«Eso fue antes del terremoto, así que si estábamos en el infierno antes del terremoto, ahora estamos en el nivel más profundo del infierno».